(Cuento)
René Ovidio González
Refieren las crónicas antiguas, que el 6 de
junio de 1524, la euforia inundó al cacicazgo pipil. Al avistarse el lucero
mañanero ―nixtamalero, así llamado, que antecedía al sol naciente―, los sueños
colectivos empezaron a concretizarse. Unas chocantes efigies: la de un tal
Colón navegante y la de otra mentada doña Isabella, que emplazara sin anuencia
de la plebe algún “Malintzin” sagaz a la entrada del Palacio Ceremonial, fueron
arrancadas…
Ocupaban ahora esos espacios, la escultura del
soberano actual en metal reluciente, con su arco en posición de batalla, y la
de un originario del tiempo por venir: Anastasio Aquino, con una mano
blandiendo su machete y la otra sujetando una corona con el sello frontal del
dios sol, de oro macizo…
De
la colección de cuentos «Cuando escampe».
No hay comentarios:
Publicar un comentario