sábado, 14 de marzo de 2020

El beso de la muerte...


(Cuento In memorian)

José Víctor González

«La muerte está tan segura de su triunfo que nos da toda una vida de ventaja»
                                                                                                          Confucio.

Jamás olvidaré aquel día en el cual Rembrandt entró a las empobrecidas calles de mi barrio. Su presencia ahí fue muy especial, levantando la moral de los vecinos, quienes de verdad sintieron un privilegio que, una persona de tan particular inteligencia, eligiera quedarse a vivir entre nosotros.

Cuando alguien escuchó su nombre, Rembrandt del Portal, le sonó muy singular. Y el día en el cual se presentó con los vecinos y comenzó su círculo de amistades, algún avezado popularizó la idea de bautizar a los recién nacidos, de ahí en adelante, con nombres extraídos de fuentes distintas a la ya conocida: el calendario.

Después de un tiempo ya no fue extraño encontrar personas con nombres, como por ejemplo, de lejanos países (normalmente desconocidos a la gente), resultando por ello llamativos y causantes de orgullo para quienes los poseían, tales como: Argentina, Holanda, Siria, etc.

O si alguien quería apantallar un poco más, pues le ponía a sus hijos nombres de actores de la novedosa televisión de tubos (con transmisiones en blanco y negro), y que, en forma espectacular hacía su entrada en el ambiente social de la época...

Recuerdo perfectamente aquel día en el que, muy cerca de la salida del pueblo, en una casa muy humilde nació un niño, entre muchos; en ese momento un actor puertorriqueño llamado Braulio Castillo interpretaba una novela titulada "Renzo el Gitano", lo demás es fácil adivinarlo: aquella familia, aficionada a la susodicha novela, bautizó al recién nacido con el curioso nombre de "Renzo"...

Si un padre se consideraba honorable en extremo bautizaba a su hija "Honoria"; si de alta alcurnia "César"; si era combativo " Napoleón"; si religioso "Noé"...

Muy de acuerdo a la circunstancia, se le ponía su nombre.  Así fue como conocí a una joven que recién nacida se salvó de morir fulminada por un rayo y aquello fue considerado un real, ciento por ciento verdadero y auténtico "Milagro"...

También los había deportistas. En cierta ocasión que un equipo de fútbol capitalino trajo dos jugadores de origen brasileño llamados Odir Jacques y Elenilson Franco, les pareció bien a unos padres de familia poner a sus hijos los nombres de éstos: Odir y Elenilson...

Cabe mencionar dentro del marco de esta referencia a otros a quienes les gustaban los cuentos y le pusieron a sus hijos por nombre " Hansel".

Pero este Rembrandt era alguien excepcional, aun cuando nada tenía que ver con la pintura de cuadros exóticos, venido de otras tierras tenía una extraordinaria cualidad (intelectual) que le hizo sentirse aceptado y admirado por la población entera, y no queriendo dejar pasar la oportunidad quiso formar su nidito de amor con una bella fémina de nuestro pueblo. Grande fue su alegría al verse correspondido...

Lógicamente aquello terminó en unión matrimonial y todo iba muy bien...

Tiempo aquel de grandes valores morales donde la sinceridad y la cortesía hacían gala entre los pobladores y la unidad de la familia era el tesoro más preciado...

Este apuesto caballero, de liso pelo negro y piel morena, sorprendía a todos con sus conocimientos. Magnífico profesor de Matemáticas del Plan Básico, que años más tarde, por consecuencia, diera origen al Instituto Nacional, en donde continuó entregando su enseñanza apostolada de verdadero constructor de generaciones de estudiantes...

Pero como dice el refrán popular: " El diablo donde quiera mete su cola”; el admirado Maestro cayó víctima del vicio, en garras del demonio del alcohol...

Muy frecuentemente abandonaba las aulas del templo del saber para refugiarse en algún apartado rincón del pueblo, con una botella de aguardiente en la mano, comprada en la cantina del barrio para satisfacer su vicio; causa real de tanto dolor y desgracia entre mi pueblo, y resultado exacto de aquella tenebrosa sociedad entre el negocio y la muerte...

Terribles fueron los esfuerzos de los amigos para rescatarlo, mas aquél, cada día empeoraba en su condición. Su abnegada esposa sufría lo indecible y a veces lo tenía que ir a recoger de las aceras, en donde gemía víctima de sus deliriums...

Continuará…


Fotografía: Monumento funerario al torero español Joselito El Gallo, en Sevilla. Obra de Mariano Benlliure.

José Víctor González es colaborador de La piedra encadenada.

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