viernes, 5 de febrero de 2016

“¡Chemita Presidente...!”


      (Relato)
      José Víctor González
      
      Pueden perfectamente haber pasado hasta 50 años, si no es que un poquito más, desde que le sucedió esto a un coterráneo a mediados del siglo XX.
      Pero para poderles transmitir  a ustedes los hechos más cercanos a la realidad tuve que informarme con personas que los presenciaron en directo, tal como mis padres, o incluso a un familiar del propietario de un lugar en cuyas cercanías ocurrieron.
     Estaban de moda los gobiernos militares y el país era dirigido en ese entonces  por un aventurero hondureño que, haciéndose pasar por salvadoreño legítimo, se había lanzado como candidato único por el PRUD, en las elecciones del año 1956.
     José María Lemus, Teniente Coronel del glorioso ejército nacional, gobernaba con mano dura e implementaba medidas que no tenían contentas a las mayorías....
       La llamada “Benemérita Guardia Nacional” representaba el brazo largo de la ley, y las gentes estaban tan acostumbradas que, bastaba decir en los pueblos: "Por ahí viene una pareja de guardias...", para ponerse a temblar, o si por causalidad había algún desorden, este se disipara inmediatamente.
       Si alguien decía por ejemplo: “Vieron a dos parejas de guardias...”, entonces la impresión era peor...
   En nuestro pueblo de aquellos días, las gentes solían divertirse muy sanamente dentro del teatro abierto por don Joaquín Arévalo (a quien logré conocer) al costado oriente de la antigua “fuente de agua”, hoy  “Parque ecológico”; en donde exhibían más o menos desde 1950 (o de ser posible un poco antes), películas en blanco y negro de los actores de moda, pero saliendo a la calle y entre el bullicio, las cosas cambiaban drásticamente.
     Posteriormente abrió el “Teatro Fiallos”, cuya planta eléctrica abastecía el incipiente alumbrado público del pueblo, según fuentes fidedignas, en donde se asegura que antes de cada función ponían una canción titulada "La Coronela".
        Mas fue en el primero en donde ocurrieron los hechos que quiero relatarles: fue para un 18 de agosto, las fiestas patronales estaban en su apogeo y como era costumbre, los jóvenes nunca faltaban a las funciones, y  por mera tradición, después de estas sobraban los motivos para buscar problemas: al calor de las copas, por una novia o por puro machismo, el caso es que el bochinche se armó y nadie supo de dónde apareció una pareja de guardias...
      En esos días, y muy de acuerdo a las leyes de la época, para presumir de ser un buen ciudadano, se acostumbraba que los hombres especialmente, para identificarse mostraran a la autoridad o funcionario público que así lo pidiera, unos documentos llamados “Comprobantes  de pago de impuestos” (llamados también solo “Comprobantes” o nada más “Papeles”), o “La vialidad” (otro recibo de impuesto), además de la famosa “Cédula de identidad personal”...
    Fue así que la guardia comenzó a pedir sus documentos a los revoltosos, y cada quién se fue identificando. Cuando le tocó el turno al último le preguntaron “¿Y vos cómo te llamás...?” “¡A ver tus papeles...!”
        El interpelado respondió: “Me llamo José María Lemus, a sus órdenes...”
     Fue entonces cuando los “guardias” reaccionaron furiosos y consideraron que aquel sujeto se estaba burlando de ellos y faltándole el respeto al Presidente....
      “¿Cómo decís que te llamás hijo de cuarenta mil...? ¡¡¡ Vení para acá...!!!”
     Metiéndole el primer culatazo para que fuera respetando a la autoridad y seguidamente procediendo a amarrarlo de los dedos pulgares hacia atrás, con una manila especial que ellos cargaban; registrándole las bolsas de sus pantalones y encontrando en su interior los ya mencionados documentos en donde se hacían constar sus datos personales completos.
       Más no contentos con eso lo anduvieron por varias calles maniatado, como ejemplo para los demás.
     Una señora de nombre Teófila Martínez aseguró que ella lo conocía sólo como “Chemita”; otro señor a quien le decían “Don Lacho” dijo que él siempre supo que se llamaba “Chepe”, y así fueron preguntando a varias personas si aquellos papeles eran verdaderos y si ese era el nombre auténtico del capturado, acusado por boca de ellos, de "gravísimos insultos al Presidente..." de acuerdo a la Constitución Política de El Salvador de 1950.
       Alguien sugirió que fueran a buscar al Alcalde a su casa, pues era fin de semana, para corroborar en los archivos del entonces “Cabildo Municipal de Santa Elena” la veracidad de dichos documentos; o al Padre Rodas, Párroco de la ciudad, para que mostrara la fe de bautismo y así liberar a aquel asustado parroquiano de aquella inicua confusión.
    José María Lemus, residente del barrio “La Parroquia”, guardaba cierto vínculo familiar con don Candelario Lemus, mejor conocido como “Cando Lemus”, también residente del mismo barrio en aquella época...
      Al final, todo se aclaró, estableciéndose que se trataba únicamente de un caso “homónimo” y que no existía dolo en el asunto, y que pasaba a ser solo mera coincidencia entre un ciudadano común y un Presidente.
      El expresidente de El Salvador, José María Lemus, fue derrocado por otros militares el 26 de Octubre de 1960 supuestamente por sus medidas impopulares y exiliado en Costa Rica en donde murió en el año 1993 y su cuerpo se encuentra enterrado en un panteón de la ciudad de Heredia...
      Mientras de José María Lemus, el tabudo, nunca supe qué fue de él después del citado incidente y si aún vive supongo que debe tener aproximadamente entre 75 y 80 años de edad, quedando aquello solamente como una amarga experiencia para olvidar o para reírse trágicamente de ella como a veces solemos hacer nosotros.
                                                                               
                                                                                         Atlanta, 16 de Agosto del 2010.



José Víctor González es colaborador de La piedra encadenada. La responsabilidad de cada texto será asumida individualmente por su autor. La piedra encadenada podrá o no estar de acuerdo con lo escrito.


      
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