René Ovidio González
“aire frío, cielo espléndido…”
FRANCISCO GAVIDIA
Del cuento La loba.
Del cuento La loba.
Una impresionante sensación de vacío se
experimenta al observar el singular panorama ante los ojos de asombro de los
expedicionarios. A uno y otro lado el abismo espera con paciencia. Un descuido
y el descenso sería vertiginoso. Hasta el fondo…
Por momentos el viento golpea
con furia. Golpea las escarpadas barrancas. Un árbol de amate, varios guarumos,
cualquier arbusto interpuesto en el sendero, o la pérdida momentánea de la
vereda, hace más difícil el tránsito hacia donde se yergue imponente el pico
volcánico en el que se encuentra la monumental piedra. Entre lianas y
matorrales, la piedra está en lo más alto del volcán de Usulután. Tiene una
sola vía de acceso. Una estrecha y peligrosa vereda que repta por el filo de la
agreste montaña.
La “Piedra Encadenada” es un
gigantesco bloque, de proporciones grandiosas. Su nombre proviene del hecho de
estar rodeada (“acuñada” debiera decirse con mayor propiedad) de gran cantidad de también enormes peñascos.
Peñascos colocados como enigmas vivientes en el lugar. Los comentarios han sido
abundantes en relación a creencias ancestrales: “Si esa piedra llegara a rodar,
seguro que destruiría el pueblo…” “Nadie sabe cómo llegó hasta ahí… Los
campesinos cuentan que han visto sobre ella espectaculares danzas de indios y
que de pronto las visiones desaparecen…”
Con insistencia se habla de un
misterioso y barbudo habitante de los alrededores de la piedra. Este huye de la
mirada de cualquier intruso: es el legendario Ermitaño. Que vive de raíces y frutas
y se hace acompañar de duendecillos y animales. Se afirma también la existencia
de gradas en el inmenso bloque. Que fueron labradas ex profeso. Y que “si alguien sube por ellas se pierde, porque
el lugar es encantado…”
A medida se asciende por el escabroso
camino, un creciente temor empieza a brotar. “Si ven unas flores raras,
bonitas, ¡cuidado!, no intenten tocarlas. Desaparecen y vuelven a aparecer
adelante. Hasta llevar al abismo a los incautos…” La advertencia de una anciana
resuena maliciosa en alas del aire fresco y supersticioso que se descuelga
desde arriba, del bosque. Todos esperan ver detrás de cada piedra al barbudo
habitante. En cada grieta cerca del empinado sendero, bien pudiera encontrarse
una descomunal serpiente. Un profundo orificio obliga a pensar en una terrible
erupción… El temor a las alturas y el cansancio hacen volar la imaginación de
los exploradores. El sobresalto acecha paso a paso, en cada brecha abierta, en
cada paraje solitario.
Cualquiera se figura al verla a lo
lejos, que la “Piedra Encadenada” podría desplazarse de manera estrepitosa.
Estando sobre ella y sintiendo el temor de extraviarse, de rodar ladera abajo,
el miedo es insospechado. De pie sobre la gran roca el visitante puede
contemplar el iridiscente paisaje natural. Los retazos de tierra. Los verdes
cafetales en flor o los que con sus frutos enrojecen el paisaje, dependiendo de
la época del año. Las cumbres cercanas: “La Manita”, “El Tigre” y otras.
Además, se puede disfrutar la extasiante cincha azulada del Océano Pacífico…
Quién sabe si todo lo que se dice entre
la población es verídico o fantástico. Podríamos de buena fe creer que aquí ―en
las faldas del volcán cercanas a la piedra―, haya existido algún asentamiento
indígena. De extremada inteligencia y desarrollo. Que debieron conocer los
extraños métodos utilizados por los constructores de las grandes pirámides
egipcias. Para transportar y elevar los pesados trozos de granito. Y que tal
vez serían ―por su posición inexpugnable― los últimos en caer bajo la bota
opresora del ambicioso conquistador. O es posible que sus descendientes
liderados por un “Ermitaño” hayan defendido y ocultado por un tiempo los
vestigios de su antigua cultura.
De ser así, la piedra es probable haya
servido de Altar de las Ofrendas. Los nativos la habrían “encadenado” ahí en
tiempos inmemoriales… ¿O sería la Madre Naturaleza que realizaría esa hazaña de
acuñarla en el sitio donde permanece inamovible? ¿De verdad este lugar estaría
“encantado” como refiere la creencia popular?
Nadie lo sabe. No obstante, muchas
generaciones de jóvenes impulsados por las curiosas historias que se cuentan,
visitan, palpan, toman fotografías y hasta sienten el palpitar de un leve
balanceo de la piedra. Aquella grandiosa “Piedra Encadenada” situada en las
alturas. Desde hace mucho tiempo. Quizás miles de años.
Santa Elena, enero de 1989.
Interesante!!!
ResponderEliminarNo solo es interesante sino increíble porque es toda una aventura llegar asta la cima Mjm Superar cada unos de los obstáculos es una experiencia única y llegar a la enorme roca es algo increíble
ResponderEliminarQuiero este libro, adonde puedo encontrarlo?
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